- "Shnu smitk?" - "Mustafa".
- "Wa 'nta?" - "Ramón".
- "Hablas árabe, Ramón? Pasa, pasa ..."
Sant Antoni de Calonge, en pleno invierno, presenta el mismo aspecto de parálisis urbana que la mayoría de poblaciones turísticas de la costa catalana. Las calles no hablan. No se oye ni francés, ni inglés, ni el alemán de turno, pero cuatro palabras de árabe dialectal, aprendidas de cualquier manera, abren más de una puerta y más de una conversación difícil.
Nos encontramos en el bloque de apartamentos de la Avenida de Cataluña, 20, de San Antonio de Calonge. Ha sido ocupado ilegalmente en más de un 60%. En las calles hay ruido de coches. Dentro de la finca, ni eso. Paseas por los pasillos de las plantas y es fácil detectar presencia dentro de los apartamentos. Pero parece que nadie quiere atender la invitación del periodista a hablar del tema ...
Pero el periodista ha tenido la suerte de que Mustapha le permita visitar "su piso", que se encuentra en la planta 4, puerta 14. No hay ningún indicio de forzamiento, ni en la entrada ni en el interior. Todo está en buen estado. Y al ritmo diario que parece haberse propuesto Mustapha, pronto estará lleno de muebles. Hace mucho, mucho calor porque el climatizador va a toda pastilla.
¿Cómo es posible si, como dice él, les han cortado la electricidad y el agua? No queda claro este detalle ni otro más importante: ¿quién le dio las llaves ?. "Yo me encontré la puerta abierta y me metí. Después cambié la cerradura y ya ves. ¿Qué por qué me he metido? Pues porque el piso que tenía alquilado era demasiado pequeño para mí, la mujer y dos niños ... "
Cuando salimos fuera, Mohamed, otro okupa que hace de cocinero en Blanes, se añade a la conversación. Según él, todo empezó hace unos días cuando unos hombres con un manojo de llaves vinieron a llevarse los aparatos de climatización. "A los que ya deambulábamos por aquí nos dijeron "si colaboráis, os dejamos las llaves y vosotros mismos".
¿Quienes eran estos hombres? Otro misterio por resolver, pero es una versión que irán dando otros ocupantes a medida que cojan más confianza y empiecen a abrir puertas. Y a medida, naturalmente, que Marta, coordinadora de la Plataforma de Afectados por la Vivienda de Girona-Salt deje de advertirles que entre el grupo de visitantes activistas hay un periodista ... "Hemos venido para aconsejarles y ayudarles. ¿Por qué? "- Me dice mostrándome los buzones de la planta baja-- "Pues porque en esta finca no vive gente. Todo el mundo que ha comprado apartamentos lo ha hecho por inversión".
Entre los inversores parece que hay varios pequeños propietarios de segunda residencia que se llevarán una buena sorpresa cuando vengan a pasar las vacaciones de verano. También hay algún gestor y empresario del sector inmobiliario como Yolanda, que es la presidenta de la escalera y está afectada por la ocupación de una propiedad. Ahora se va a poner la tercera denuncia a los Mossos de Esquadra. Las otras dos las han puesto el administrador de la finca y el administrador del concurso de acreedores que pesa sobre la parte del promotor.
Yolanda comenta que entre los vecinos legales empieza a haber mucho miedo, pero no solo a los posibles disturbios, sino a no poder hacer frente a los gastos comunitarios. "Dicen que no tienen agua y luz, pero la compañía les suministra directamente ... Si ésto no tiene un final rápido, ¿cómo lo haremos para pagar estos gastos enormes? Más del 60% de la finca está ocupada y consumiendo servicios sin titularidad ... " Se va corriendo hacia comisaría.
El periodista, mientras tanto, ya se ha resignado a no ser invitado a la reunión que la PAH de Girona-Salt está montando dentro de un piso para asesorar al personal. ¿Primera asamblea en el edificio? Parece que sí ... Es el momento, pues, de ir a dar una vuelta por la planta de abajo. Al final del pasillo, una pareja se dispone a entrar en casa. Nuevamente, las cuatro palabras aprendidas en árabe hacen el milagro. La puerta número 8 se abre y ahí sí que es invitado a entrar ...
Ahlan Abdahmani, nacida en Nador, se disculpa avergonzada: "Es que no he tenido tiempo de ordenar la casa. No sé qué pensarás de mí ..." miro a su marido Hicham con cara de reprobación por no ayudarla, pero no parece que se sienta aludido. Ambos están muy enfadados. "¿Por qué nosotros pagamos 400 € alquiler, más cien de electricidad y agua, y estos caraduras se meten por la cara? Me da igual si son marroquíes o no. Hay gente buena y gente mala ...!"
Cuando se calman los dos, es el momento de aclarar dudas. "No, eso no empezó hace tres días. Viene de un mes atrás. El primero que entró fue un rumano. Los Mossos vinieron a buscarlo, pero no por nada del piso, sino porque decían que maltrataba a la mujer. Después vinieron dos hombres con monos de trabajo y abrieron 14 puertas para llevarse los aparatos de climatización. A partir de entonces, ya fue un no parar. Yo no sé si se revendían las llaves o qué, pero empezaron a venir familias .."
No hay manera de aclarar quiénes eran aquellos operarios que abrieron las puertas. Parece aclarado, parece ser, que alguien repartió llaves. Y parece también fuera de dudas que alguien pagó por hacerse con un juego. "Sí, yo pagué 200 € por esta llaves" -nos dice Ahmed Balkair, que trabaja de pescador en Palamós- " ¿A quién? "A unos rumanos. Hace un mes ..."
"Todo ésto está muy organizado", dice Xavier Salvador, administrador de la finca y uno de los denunciantes. "Y lo mejor de todo es que, encima, no les falta el asesoramiento legal". Encuentra incomprensible que muchas de estas personas reciban ayudas para necesidades básicas y para alquiler de vivienda por parte de el Ayuntamiento. "Pero si se trata de una mafia! Es exactamente lo que somos el país del Lazarillo y de la picaresca. O ponemos freno o no sé dónde iremos a parar ..."
Se hace tarde. Abajo en la escala, el periodista se encuentra otro pacífico ocupante de pisos, que remueve en los bolsillos buscando las llaves del portal. Cuando la puerta se abre, llegan las presentaciones habituales en árabe. Él se llama Mimouin Elamrouchi, habla un buen castellano y parece más ajetreado que los demás. "Es que vengo del bar que tengo aquí al lado". El bar se llama Internacional y se encuentra a 200 metros de "su casa" ... /Un reportaje de R.S.